Ganador Vinartfest Microrrelato 2020
VOLVIENDO A CASA
Treinta años pasaron desde que Manuel emigró a otro país, otra cultura y otras costumbres, en busca de fortuna. Hoy, regresaba a su pueblo.
Bajó del autobús y no reconoció nada a su alrededor. Edificios nuevos, calles asfaltadas, gente desconocida… ¿Y a él, le reconocería alguien?
Agobiado, se sentó en un bar de la plaza.
–¿Qué le sirvo, señor? –preguntó el camarero.
–Un tinto, por favor.
El camarero regresó con una copa de vino, que Manuel miró pensativo. Después dio un sorbo y notó que la sonrisa regresaba a su rostro.
Por fin, estaba en casa.
por Antonio Arteaga Pérez (Toledo)
Mención Especial del jurado Vinartfest Microrrelato 2020
La felicidad era esto
Éramos felices y no lo sabíamos. Toda la semana en el trabajo, con los niños en el colegio, para desconectar el viernes en el pueblo, charlando contigo de paseo entre viñedos. La vida da segundas oportunidades, me decías, mientras hablabas de envero, barricas y añadas. Yo esquivaba tu mirada, temeroso de pisar la línea roja que, en el fondo, deseaba saltar. Antes del confinamiento decidí volver de manera apresurada a la ciudad. Hoy me mandas una foto con una copa de tu mejor vino y un “¿quieres?”, y sólo puedo contestarte que me esperes. La vida da terceras oportunidades.
por Sergio Capitán Herraiz, Fuenlabrada (Madrid)
Mención Especial del jurado Vinartfest 2020
La última botella
Dudé entre descorcharla o no.
Había encontrado esa botella en el fondo de la alacena y seguramente ya estaría en mal estado. Hacía mucho tiempo que mi abuelo lo había elaborado.
¡El vino de mi abuelo!
Irremediablemente mi pensamiento viajó a esas tardes en las que mi abuela sacaba la hogaza y cortaba dos rebanadas, una para cada uno.
Con el porrón las regaba con el vino hecho en casa y les echaba azúcar por encima.
No me había vuelto a acordar de aquello. Así que guardé la botella para no volver a olvidarlo.
por Cañareta (Salamanca)
DEMÁS SELECCIONADOS:
-
Part des Anges
La enfermera nos indica que es su hora de partir con un gesto.
-¿Y recuerdas aquella historia que te conté hijo, sobre como el paso del tiempo mejora el sabor del vino y que, aunque gana en calidad, pierde en cantidad debido a la evaporación que se produce pero decimos que no importa porque es la parte que se llevan los ángeles? – preguntas casi en un susurro
-Sí papá, – le respondo asustado mirándolo a los ojos.
-Pues es mi turno, soy la parte que se llevan, pero tú hijo, eres lo que dejan.
Natalia Angulo Haynes. Torreguadiaro (Cádiz)
-
BUENOS RECUERDOS
Desde hacía un tiempo, mi padre hablaba poco y su cabeza no iba como antes. Para intentar estimularlo preparé un vídeo con recuerdos familiares: cogiendo aceitunas, faenando en la viña, pisando las uvas o a él orgulloso en su bodega junto a varios toneles. Mi padre prestaba atención e incluso aprecié una sonrisa en su rostro. Cuando terminó la grabación, todos permanecimos en silencio, expectantes, esperando alguna reacción suya. Por fin, se dirigió a mí y me dijo:
-Trae una botella de vino. Esto hay que celebrarlo.
Y durante esos momentos, todo volvió a ser como en los buenos tiempos.
Juan A. Trillo López (Granada)
-
El vino y algo más
El vino con amigos, también vino con pareja, otras veces el vino solo, pero él nunca vino sin más.
El vino para quedarse.
Jaime Victory Peñalver. Calviá (Mallorca)
-
Mensajes
Naty, llegué al campo.
La gallega me ha mandado por el ripio.
Casi me pierdo.
Voy directo al velorio.,
Ya estoy.
No hay café.
Hay vino.
La viuda no te recuerda.
Está alegre.
Estamos dándole al vino.
No parece destruida.
Aquí rellenan bien las copas.
No veo el cajón.
Voy a preguntar por el difunto.
Una torta.
Siguen rellenando las copas.
Mañana voy al supermercado y compro dos cajas del mismo vino.
No hay cajón.
La gallega se ha equivocado.
El velatorio era en otro lado.
Me quedo un rato.
Es de mala educación salir tan apurado.
Batería baja.
Analia Isabel Kozur (Argentina)
-
Septiembre
Siempre le pasaba igual al llegar septiembre. La añoranza, compañera inseparable durante todo el año, se volvía más aguda, creciendo en su interior el deseo de escapar al campo para sentir el vino. Recuerdos antiguos inundaban su mente. Era tal la angustia, que sintió rodar una lágrima por la mejilla. Al caer sobre el libro que leía, dejó una huella húmeda de tono rubí intenso. Se asustó. Tocó con el índice y lo llevó a la lengua, esperando el habitual sabor salado. Sin embargo, una sensación voluptuosa y fresca llenó su boca, seguida de una magnífica acidez con notas especiadas.
Albino Monterrubio. Guadarrama
-
FÁBULA DEL PORVENIR
Un hombre dejó en herencia a sus tres hijos tres botellas del mejor vino de su tierra, el primero la bebió en solitario y consiguió recuperar, sorbo a sorbo, su propio pasado. El segundo la tomó en compañía y, al hacerlo, fue consciente de la fragilidad del presente. El tercero la dejó sin abrir porque intuía en su interior el vértigo del futuro.
El primer hijo consiguió ser un sabio, pero no encontró la felicidad, el segundo consiguió ser feliz pero no alcanzó la sabiduría. El tercero aún está mirando el porvenir.
Simón K (seudónimo) (Salamanca)
-
SUPERVIVENCIA
Di positivo en el maldito virus que había puesto el mundo patas arriba. Me tuve que confinar en el destartalado desván para pasar la cuarentena.
Cuando subí miré detenidamente la estancia. La vista se me paró en una caja de madera que no recordaba que estuviera allí. La había confeccionado para entrenar la nariz y poder entender el lenguaje del vino.
La fiebre me subía. La tos me ahogaba. Abrí la caja y me emborraché del olor a regaliz, bergamota y lavanda. Entonces me aparecieron pensamientos de supervivencia, de días alegres regados de vino y sol. Y así sobreviví.
Patricia Díaz Santos. Barcelona.
-
La cuarentena
Inicio de la cuarentena, la oportunidad de no hacer nada por muchos días. Vinos, cervezas y claro… comida. Fotos para el facebook sonrientes. Madrid se retuerce de dolor. La Pandemia es una realidad. Nos preguntamos en silencio: ¿Cuál de los vinos será el primero? El más joven levanta una botella que dice: Puerta de Alcalá, Reserva 2015. Aún no sabemos que serán más de quince días. Que los números comenzarán a tener caras y nombres. Que el horror nos hará respetar el dolor que ahora nos es ajeno. Que cada sorbo de vino que bebamos, cada vez tendrá más sentido.
O Bal May (seudónimo) (Madrid)
-
OBEDIENTES
Todo el pueblo sabía que mi padre tenía malas pulgas. Solía repetir de malos modos, que nadie tenía derecho a interrumpir a un hombre cuando bebía un buen vino. Nuestro vino era muy bueno y ni mi madre ni yo, por obedientes, nos atrevimos a ayudarle a salir cuando cayó dentro de la tinaja del Reserva.
Chapman (seudónimo) (Badajoz)
-
La vida a sorbos
El primer sorbo de vino me llena el paladar de aroma a cedro y la mente con imágenes de un pueblo en el que nunca estuve. Día tras día, con cada copa, recorro las calles de aquel lugar bajo el sonido rumoroso de una fuente. Visito la iglesia. Llego al campo en plena vendimia. Conozco a una mujer. Nos casamos. Al apurar las últimas gotas me doy cuenta de que he disfrutado de una existencia tan imaginaria como plena. Entonces bajo a la bodega, miro mis botellas y me pregunto, de nuevo, qué otras vidas estarán reservando para mí.
Raúl Clavero Blázquez (Madrid)
-
Huérfano
Desde mi encierro observo los sarmientos. De cuando en cuando les envío palabras bonitas, aunque dudo que lleguen hasta ellos. Lejanos, apenas distingo los brotes expuestos a la blanca escarcha de la madrugada o al sol mañanero y sospecho que la próxima añada acabará mermada en las barricas.
Soy huérfano de las costumbres que hasta anteayer acompañaban la vida. Me falta el campo, trabajar la tierra, encallecerme las manos… Añoro las tertulias y gritarle al tabernero: “Otra copa de vino”.
Sólo me sobra el tiempo. Y me desgarra la herida abierta en esta España golpeada que se pregunta hasta cuándo.
Miguel Ángel Moreno Cañizares (Madrid)
-
Brindis para el camino
Te recuerdo con olor a azucenas, cigarrillos y esa empolvada maleta en la que descubríamos regalos traídos desde modernos parajes, eso sí, retirabas primero aquellas oscuras y elegantes botellas de vino que luego se transformarían en amuletos. Con ellas acompañamos cada ocasión en casa, en ellas bañabas tus anécdotas de asfalto y ruido, por ellas relucías tu fraterna alma y bonachón corazón entre los chacos. No sé cuánto durará tu nueva travesía, por eso en tu maleta esta vez he guardado yo un regalo para ti, para brindar en el camino. Buen viaje, abuelo.
Luigian (Bolivia)