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Certamen de Microrrelatos

Como parte del evento, la Asociación Cultural de Ventas de Alcolea, ha convocado el IV Certamen de Microrrelatos VinartFest 2023.

Microrrelatos Finalistas Edición 2023

  • ‘La vida a sorbos’ de Miguel Ángel Moreno

  • ‘Reflejos de una botella del espacio’ de Aitor Anaut

  • ‘El último habitante’ de José Ramón Ramos

  • ‘El balance’ de Sandra Pérez de Andrés

  • ‘Buen trato’ de Juan Antonio Guerra

  • ‘Vinum vita est’ de Elena Bethencourt

  • ‘Teoría de la relatividad’ de Alejandro Pérez

  • ‘Un recuerdo inesperado’ de Rocío Juárez

‘La vida a sorbos’ de Miguel Ángel Moreno

La memoria es tan caprichosa, que se escapa a pequeños sorbos y, sin poder evitarlo, te cuestiona si fue verdad.

Tiene los cabellos dorados, como los campos de trigo de vuestra tierra, y los ojos negros reflejados en el cristal de la copa de vino. Y una sonrisa capaz de disipar las nubes de tormenta.

Brindáis por una larga vida, en un susurro, para retener el embrujo de ese instante eterno.

Y entonces te preguntas quién es ella, cuál su nombre, sin reparar en que acaricia tus sueños desde la foto de recién casados que permanece en el aparador.

‘Reflejos de una botella del espacio’ de Aitor Anaut

Cierro los ojos y me veo corriendo por las viñas sin soltar la botella de vino vacía que me había dado mi abuelo, convertida en un cohete espacial con el que descubrir mundos lejanos donde vivir aventuras como las de mis tebeos.

Abro los ojos y sigo aquí, viendo correr a mi nieto entre las mismas vides. Después de beberme el vino con sus padres, le he dado la botella vacía y ahí está, jugando con ella como si fuera la nave alienígena de sus videojuegos. La misma tierra, el mismo vino, la misma sangre, los mismos sueños.

‘El último habitante’ de José Ramón Ramos

Soy el último habitante de mi pueblo, de apenas doce casas, varias cuadras y graneros. Paso el tiempo cultivando mi sencillo huerto y manteniendo limpia la viña que me ofrece su pequeña cosecha de vino. La naturaleza me provee de casi todo lo que me hace falta. El agua del manantial, las setas del monte, las truchas del arroyo o la leña del bosque.

Hoy han venido a visitarme mis nietos con palabras largas y extrañas que yo no entiendo, como agroturismo o teletrabajo. Dicen que la aldea volverá a resurgir y yo ya me podré morir tranquilo viéndola prosperar.

‘El balance’ de Sandra Pérez de Andrés

Esa noche, reinaba un silencio atronador en aquel pueblo que le había visto crecer. Cuando llegó a casa, se sirvió un vino. Bebió con avidez el primer trago, y se dispuso a escribir en una hoja en blanco todos los logros alcanzados durante su existencia. Encontraron su cadáver al alba, junto a un papel impoluto y una copa vacía.

 

‘Buen trato’ de Juan Antonio Guerra

Un moribundo invocó al diablo.

Quiero seguir viviendo, le ofrezco mi alma

Las almas están devaluadas, ya no las acepto.

¿Cómo?

Quizás tenga joyas, acciones, dinero

Nada. Solo quedan botellas de tinto, no me dejan beber, ¿le interesa?

No sé, ¿puedo probarlo?, no es habitual este trueque, vida por vino.

Muchos paisanos dicen que el vino es vida; este es de mi parcela, lo hice yo mismo en el pueblo. Quiero vivir para seguir con la viña, no quiero dejarla abandonada.

Mmmm, rico

¿Acepta?

Tres meses por botella.

Casi seis años. Acepto. El médico me dio tres meses. Gracias, vino.

‘Vinum vita est’ de Elena Bethencourt

A veces nos alejábamos de la costa y esperábamos en la barca a que papá terminase su inmersión. Luego nos contaba que había estado cuidando los viñedos que tenía debajo del mar. Mi madre odiaba sus fantasías, pero a mí me encantaban sus historias de uvas y cepas.

Un día no salió a la superficie, lo buscaron durante semanas hasta que encontraron sus aletas a millas de distancia. Cuando las autoridades lo dieron por muerto, celebramos sin cuerpo su funeral.

Desde entonces, los barcos que navegan por la zona dicen que una brisa con aroma a vino acaricia el mar.

‘Teoría de la relatividad’ de Alejandro Pérez

Berlín, 1923

La luz de la tarde caía lentamente, recortando las formas en mitad de la penumbra. Los ojos de Albert Einstein terminaron de deslizarse por las últimas páginas. Entumecido, se acercó hasta el mueble que guardaba aquel vino. Pensó en la escapada por tierras manchegas; quizás lo mejor de su paso por España. Se sirvió una copa y al instante se vio y se sintió en la mismísima viña del majuelo que visitó. De repente le sobrevino la posibilidad de viajar más rápido que la luz, sin quitarle ojo a aquella botella de Villarrobledo.

‘Un recuerdo inesperado’ de Rocío Juárez

Llevaban horas en silencio. Marcos consultaba el móvil, mientras su abuelo ordenaba viejas fotografías.

— Como pasa el tiempo ― dijo deteniéndose en una, donde aparecían labrando la tierra ― ¿Cuántos años tendrías aquí? Cinco, seis…

Pero Marcos continuaba ausente. Sin querer, golpeó la mesa, dejando caer una copa de vino, que ambos cogieron al vuelo. Al roce de sus manos sintió su ruda piel. Fiel reflejo de arduos años de trabajo. Se miraron. Sonrieron. Marcos apagó el móvil.

— Creo que tenía seis ― contestó.

Acercó la silla junto a la de su abuelo, mientras tomaba la fotografía entre sus manos.