‘El último habitante’ de José Ramón Ramos
Soy el último habitante de mi pueblo, de apenas doce casas, varias cuadras y graneros. Paso el tiempo cultivando mi sencillo huerto y manteniendo limpia la viña que me ofrece su pequeña cosecha de vino. La naturaleza me provee de casi todo lo que me hace falta. El agua del manantial, las setas del monte, las truchas del arroyo o la leña del bosque.
Hoy han venido a visitarme mis nietos con palabras largas y extrañas que yo no entiendo, como agroturismo o teletrabajo. Dicen que la aldea volverá a resurgir y yo ya me podré morir tranquilo viéndola prosperar.