UNA COMPRA MALOGRADA de María Jesús Ramo Beltrán
Alejados los hijos de la dureza del campo y sintiéndose, él mismo, mayor para trabajar, Dionisio había optado por vender sus tierras. Mientras ultimaba los detalles de la transacción con un comprador de la capital, descorchó una botella del mejor año. Aquel vino, digno resultado de sus esfuerzos y desvelos, no le decepcionó. Pero, para su asombro, no fue correspondido con alabanzas:
—¿No tendría usted algo de gaseosa para rebajar esto un poco? —preguntó el convidado.
Dionisio despidió inmediatamente al individuo alegando un ataque de arrepentimiento súbito. Ya a solas, paladeando su copa, pensó: «¿Vender?¡Qué disparate!¡Si estoy como un roble!»